jueves, 12 de noviembre de 2015

EL SEÑOR CAUTIVO DE AYABACA

 EL SEÑOR CAUTIVO DE AYABACA
No bien terminada la festividad de la Virgen de las Mercedes, muchos peregrinos salen rumbo a Ayabaca-capital de la provincia del mismo nombre para honrar al Señor Cautivo, en la más antigua devoción religiosa del departamento, que se remonta a más de 200 años atrás. La celebración  se inicia el día 3 de octubre con el multitudinario paseo del estandarte del señor Cautivo.
La primera salida es el 12, acompañado de la Virgen del Pilar, previamente, en una tarea reservada exclusivamente para varones, la imagen ha sido limpiada, se le arreglado el pelo y puesto un traje nuevo, que será cambiado diariamente para las procesiones.
Pocos días antes de la fecha central 13, columnas ininterrumpidas de vehículos, acémilas, y peatones trepan por los cerros empinados de los Andes piuranos para llegar hasta los pies de la ensangrentada imagen, un milagro del Señor Cautivo a solicitar una gracia, un milagro, un favor. La impresionante efigie del Cristo Moreno, con las manos atadas y cruzadas al pecho, vestido de púrpura y dorado, en el fondo del templo repleto de devotos, se ilumina con las luces de los cirios y las lámparas. Hasta allí llegan fieles de todos los rincones de la región y en cada pueblo de procedencia de los peregrinos participan en una misa de despedida.
De Catacaos parten ataviados con sus características bandas bordadas, de Lima retornan los Ayabaquinos  residentes en la capital, también  acuden Ecuatorianos y Colombianos cargados con sus mercaderías y golosinas. Ayabaca se convierte, en medio de ceras  y sahumerios, en un inmenso campo ferial que moviliza enormes capitales y toneladas de mercadería.

Los peregrinos partes de sus pueblos en grupos, caminado durante varios días, durmiendo a la intemperie si es necesario, con tal de cumplir con las promesas hechas por su devoción. Muchas veces se puede encontrarse niños de corta edad marchando con estos grupos, pues esta costumbre está  muy arraigada. Por  falta de hoteles, el 70% de las viviendas particulares alquilan habitaciones a los visitantes. Aun así, muchos deben pernoctar en las carrocerías de sus camiones y camionetas,  atestando las estrechas y enlodadas calles de la ciudad, otros optan por dormir en el piso del templo, en donde en días anteriores se han retirado las bancas, precisamente para hacer espacio a los peregrinos.

En esta fiesta hacen su agosto los comerciantes de telas y dulces y los fabricantes de los famosos jamones Ayabaquinos, considerado como un potaje sin par, hasta el punto de que muchos gastronómicos los estiman superiores a los jamones  ingleses. Por la calles de Ayabaca se vende la famosa, panelas, los sabrosos, bocadillos, las blancas y espumosas, calaveras y los suaves y oscuros rallados, dulces hechos a base de chancaca y maní, que los visitantes compran por cantidades.

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